martes, 23 de septiembre de 2014

La otra televisión de Antonio Mercero


En los dos años de La ficha rosa del trivial uno de los nombres que más veces ha aparecido es el del director Antonio Mercero, del que hemos hablado en varias ocasiones, en su labor de director de series de televisión. Así, en dos ocasiones de Crónicas de un pueblo (1971-1974): acerca de la serie y del qué fue de sus actores protagonistas. En tres ocasiones, de Verano azul (1981): recordando cómo recogieron los medios la muerte de Chanquete en su momento, así como de las diversas reposiciones de la serie, o bien de la Nerja actual y el recuerdo del rodaje allí de Verano azul. En una ocasión, de la serie más adulta y menos Mercero de las que hizo, Turno de oficio (1986). Y también en una ocasión de Farmacia de guardia (Antena 3, 1991-1995) sobre el qué fue de las actrices que representaron los papeles de las clientas habituales de la Farmacia Cano

Pero Antonio Mercero también dirigió más televisión, que está editada en DVD, en el pack Dramáticos. Cortometrajes. Antonio Mercero (Vale Films, 2005). Junto con el libro El humor y la emoción. El cine y la televisión de Antonio Mercero (Filmoteca Vasca-Funcación Caja Vital Kutxa, 2005) son unos buenos materiales para adentrarse en otros universos televisivos de Antonio Mercero menos conocidos. Son los casos de La cabina (1972), Los pajaritos (1973), Don Juan (1976), La Gioconda está triste (1976), La noche del licenciado (1977), El pueblo sumergido (1983), La habitación blanca (2000).

 


Queda pendientes para una futura entrada la serie Ese señor de negro (1975). Y por ahora, no está editado en DVD (o colgado en internet), que yo sepa, el último trabajo de Mercero en televisión: tres episodios -de los trece que tuvo la temporada- de Manolito Gafotas (2004). 



 
La cabina (1972)
 
Poco que añadir del mayor éxito televisivo de Antonio Mercero. Éxito al menos en premios, pues ganó el Emmy en 1973. Si no me equivoco, el único premio de este tipo de la televisión de España. Lo mejor es escuchar al propio Mercero y a su protagonista, José Luis López Vázquez, en la presentación a este mediometraje, cuyas imágenes son un icono de la televisión en España. O acudir al programa La mitad invisible, donde unas décadas después se vuelve al lugar donde López Vázquez se quedó encerrado, la Plaza Arapiles de Madrid, hoy en día cerrada al público con unas verjas simbólicas de otro tipo de cabinas del siglo XXI. El final de La Cabina no se rodó en Madrid, sino en la provincia de Salamanca, en la Presa de Aldeadávila de la Ribera, donde Mercero contó con una grúa que traslada a la cabina y que no estaba incluida en el guión... 

 
 
 
 
 
 

El efecto La cabina hizo que muchos españoles no cerraran la puerta de la cabina cuando llamaban por teléfono y su recuerdo duró muchos años después, como mostró el anuncio de Retevisión del año 1998. Hubo polémica incluida, pues no se consultó con Mercero el anuncio, en el cual López Vázquez lograba abrir la cabina, como metáfora de la liberalización del mercado telefónico español...

 
  
 
Sensibilidad (que no sensiblería) merceriana en este dramático de la época en la que a Mercero se le pedían este tipo de productos televisivos, para ganar premios internacionales. En este caso, dos ancianos (Tota Caba Alba y José Orjas) se rebelan contra la sociedad en la cual los pájaros corren peligro y deben salvar a sus últimos ejemplares, de una manera un tanto curiosa y en la que los niños vuelven a ser los buenos de la película, frente a los malos adultos. La música de la cabecera, de Carmelo Bernaola, puede sonar a un precedente de la de Verano azul. También hay referencias a otras ficciones de Mercero: el quedarse la mano encerrada en una jaula, como pasa en Los pajaritos, recuerda a uno de los gags del primer cortometraje de Antonio Mercero (Trotín Troteras, 1962); o de nuevo presencias de grúas, que se repiten en La cabina o Verano azul. Y está claro que el director fue también pionero en temas ecológicos. 

 
Don Juan (1976)
 
Otra de las características de Mercero es la relación con la música, pues siempre que podía metía alguna canción, cancioncilla o melodía. Aquí ofrece una versión musical del Don Juan, con unos originales créditos cantados y en los que se vuelve desmitificador, al presentar el mito donjuanesco (en la piel del actor Pedro Osinaga) como un muñeco hinchable e incluso con actitudes homosexuales. Algunas de las mujeres a las que ronda, como se ve en la foto, fueron Carmen Maura, Ágata Lys y María Garralón.

 
  

Aunque no lo parezca, tal vez puede decirse que Antonio Mercero es un pesimista, al menos en cómo critica (de manera dulce y sensible, eso sí) cómo va evolucionando la sociedad en temas como la ecología, las guerras, etc., que aquí presenta de manera metafórica: la Gioconda está triste por cómo estaba el mundo en 1976 (según el relato homónimo de José Luis Garci).

 
 


Seguramente el guión televisivo más autobiográfico el de el protagonista de este historia, llamado también Antonio (Miguel Ayones) que, en la noche en que se celebra su licenciatura universitaria en Derecho sorprende a sus allegados, familia y novia (Nadia Morales, ¿qué fue de esta actriz?), diciendo que quiere ser payaso. Así muestra rebeldía a su familia porque no le interesa seguir la tradición familiar, en una familia de clase alta y que quiere seguir su vocación como payaso. Mercero también tuvo que luchar con los planes con los que contaba su familia y cómo, tras estudiar Derecho en Valladolid, decidió decirse a la dirección.
 

Muy poco conocido este espacio televisivo, que pasó desapercibido en su emisión (3 de septiembre de 1984, a las 18.00 horas), que podría ser considerado una especie de secuela de Verano azul. Así, tal vez el personaje de Julia (María Garralón) decide cambiar de pueblo y hacerse profesora en uno de reciente creación, al haberse quedado el pueblo original inundado por las aguas de un pantano. Se repite la presencia de buzos (como el de Verano azul, Antonio Costafreda) que contratan los niños del pueblo para recuperar algo del pueblo que ha quedado sumergido: la campana que pueda coronar la torre de la iglesia. 

 
 
 
 
 
 
El origen de El pueblo sumergido se debe a la petición de la Unión Europea de Radiotelevisión, que solicitó a directores europeos que crearan espacios como este (de apenas media hora de duración) pensados para el público infantil. Como se publicó en el periódico ABC, le costó encontrar el escenario para la contribución española de este serie de 16 capítulos; Mercero menciona también en dicho artículo una serie presentada a TVE y que parece que no fructificó: Calor de nido. Con El pueblo sumergido acudió al Festival Internacional de Cine y Televisión para la Infancia y la Juventud del XXII Certamen de Cine de Gijón. 

Junto a María Garralón, aparece el niño Alberto Rincón, que en su breve carrera como actor repitió como hijo en películas de Antonio Ozores. El resto de niños, al parecer, no eran profesionales, sino habitantes del lugar donde se rodó, Pueblonuevo del Bullaque (Ciudad Real), junto al Embalse de Torre de Abraham. 


La despedida de Antonio Mercero en un dramático para Televisión Española vuelve a la temática de La cabina. Si en el dramático protagonizado por José Luis López Vázquez cabían muchas interpretaciones, como en los ojos de los espectadores del siglo XXI sería abusar del teléfono, el abuso de la televisión es el tema central de La habitación blanca. Fernando (Chete Lera) presume tanto de televisión de última generación, se vincula tanto con ella que al final, dejando de lado a su familia y amigos, acaba tragado por la televisión, sin saber cómo ha entrado allí y por qué la tele se encendía sola cuando él no estaba en casa...

  
Es decir, el mensaje de los Electroduendes de La bola de cristal ("Si no se te ha ocurrido nada, a lo mejor deberías ver menos la tele") o el de la perrita Pippin sigue vigente en siglo XXI: hacer un uso inteligente de la televisión. Algo que, como se ve tras repasar parte de su trabajo televisivos, hizo siempre que pudo Antonio Mercero.

En el libro El humor y la emoción. El cine y la televisión de Antonio Mercero se mencionan los otros trabajos televisivos de este director, de los que dejamos aquí constancia: La casa de Lúculo, Recuerdo de Quevedo (serie La víspera de nuestro tiempo, 1967, 1969); El piropo, Dentro de la noticia, El millón de cada día, Uno más uno, tres (serie Luz verde, 1968); Mondoñedo, Monasterio de Poblet (serie Fiesta, 1968); Real Sociedad, Atlético de Bilbao (serie Históricos del balompié, 1969); Simposium para la paz (1969).

La colección de DVD Dramáticos. Cortometrajes. Antonio Mercero incluye también otros trabajos menos conocidos de Antonio Mercero en cine, como la práctica en la Escuela de Cinematografía Trotín Troteras (1962), que hizo Antonio Mercero en su tercer curso. Ya desde sus inicios aparecen algunas imágenes que se repitieron a lo largo de su carrera: el inicio de este cortometraje es una carrera en la que unos niños siguen a un adulto (como hicieron los personajes de Javi, Quique y Tito a Julia en el primer episodio de Verano azul) o bien la manera de caminar de Trotín Troteras recuerda un poco al Posidio (Luis Cuenca) de Farmacia de guardia.

  
Se incluyen también La balada de los cinco jinetes (1969), alegato contra el racismo; Elegía por un circo (1970), documental sobre el fin del Circo Price de la Plaza del Rey de Madrid, antes de su demolición; Picasso insólito (1978), en el que se narra la vida de Picasso tal y como la contaba el sobrino segundo del pintor malagueño, Manuel Blasco, en la Plaza de la Merced de Málaga a mediados de la década de los setenta.

 
 
 

2 comentarios:

  1. Interesantísimo repaso a la carrera de Antonio Mercero, hay muchos trabajos que no conocía. Se le ha considerado siempre un tanto ternurista, pero yo creo que él como pocos directores ha sabido transmitir emociones a través de la pantalla y conectar con el público de su tiempo. La cabina, por otra parte, es una obra maestra que no ha perdido ni un apice de su poder de metáfora.

    ResponderEliminar
  2. Quiero conseguir el libro de La cabina.

    ResponderEliminar